domingo, 17 de mayo de 2020

“La despedida del príncipe negro”

“La despedida del príncipe negro”
Estoico y elegante, guapo más no arrogante, abrió sus ojos desde su trinchera y vió la luz del sol, que le sonreía y recordó aquella luna de octubre que fue la última luz que en aquel otoño vió.

Sintió el calor de la primavera y entre la tierra se fue abriendo camino, se vistió de verde y entre la maleza se perdía. La doncella desde su ventana lo contemplo y poco a poco, el, de ella se enamoró, de sus ojos soñadores, de su sonrisa de caramelo y de esa expresión en su rostro cuando se ilusiona y ensaya sus primeros te quiero.

El, príncipe entre los tulipanes, señor del jardín, beso del cielo, en su corazón de tulipán, guardaba un anhelo y era que la doncella pusiera sus ojos en él. Su nobleza, más que su belleza, fue la que tocó el corazón de la niña y cada mañana se acercaba a él, para hablarle y susurrarle canciones que todos los días le repetía. Entonces el príncipe quiso ser eterno y le rogó al cielo, que le diera la gracia de nunca marchitarse. Pero la naturaleza sigue su curso y tarde o temprano marchita la flor, aunque nunca en realidad lo hace con el amor, porque este pertenece al eterno.

Así fue que la doncella, con lágrimas en su rostro, que se llenaba de luz con su sonrisa, veía desde su ventana, como el príncipe negro se despedía, aunque aquello en realidad no era despedida, porque volvería algún día, con la primavera, como vuelve el amor.
Oxwell L’bu copyrights 2020
#Tulipanes



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